Quejas de las mujeres
Una de las mayores quejas que a diario recibo por parte de las mujeres es: ¿por qué la mujer debe cuidar su reputación y el hombre no? Es decir, siempre ha sido un planteamiento de las mujeres (que muchas llaman una injusticia) el hecho de que un hombre no necesite cuidar su moral, en cambio la mujer sí. Pues bien, aunque parezca un tema algo tonto, la connotación que tiene en la sociedad no lo es. Dicho tema se ha convertido en un factor de lucha y de renombrado interés social por parte del género femenino. No obstante, antes de entrar en detalles al respecto debo dejar en claro que aunque parezca un tema relacionado con el feminismo, no lo es; aun asi, ha sido una bandera que estos movimientos mal llamados feministas han enarbolado desde hace varias décadas.
La moral en la mujer juega un papel muy importante, tal es así que desde niñas se incentiva a la mujer a ser recatada, se le enseña a sentarse apropiadamente, se le enseña que partes del cuerpo no debe mostrar, etc, mientras que al niño no se le motiva a lo mismo. Es fácil ver cómo muchos adultos jugando o haciendo cariñitos a los varones bebés, le preguntan (en alusión al miembro masculino) ¿De quién es esto? Respondiéndose asimismo, “pa´las chachas (en alusión a las muchachas). Por otro lado no nos imaginamos haciendo lo mismo con una niña, no señalamos su parte íntima y le decimos ¿Para quién es esto? ¿pa´los chachos? Noo, nos parecería grotesco. Desde aquí vemos, que la cultura se encarga de formar (o deformar) de por sí un pensamiento moral más recatado en la mujer que en el hombre, dando permisos desde ya al género masculino y colocando barreras, miedos, prejuicios y normas a las mujeres.
Cabe señalar, partiendo de lo expresado anteriormente, que se trata de un comportamiento aprendido, es decir la mujer no nace sintiendo pena por mostrar sus partes íntimas, sino que esta conducta le ha sido enseñada desde que tiene memoria, o sea, la mujer ha sido programada para sentir vergüenza por mostrar ciertas partes de su cuerpo erotizadas por los adultos. De allí, que sea la sociedad la que juegue un papel primordial en la formación moral de la mujer; aunque no sea la única responsable. Y es que, desde tiempos inmemorables la mujer ha sido fuertemente influenciada por la cultura que la rodea y el entorno en el cual nace y forma parte. Aquí, hace falta señalar que este problema moral no es universal y que pudiéramos hablar de culturas donde la erotización del cuerpo femenino no tiene el papel que tiene en la cultura occidental.
Siguiendo con lo anterior señalado, se puede hablar de la cultura India o de la cultura Árabe y del papel que juega la mujer en estas regiones. Donde, veríamos que en estas culturas el problema pareciera (desde nuestra óptica simplistas) que se acentúa más fuertemente y a la mujer se le tiene un intrincado campo de normas que la hacen más un rehén cultural que una pieza fundamental de la sociedad a la cual pertenece. Con esto, quiero decir que aunque nos parezca que la mujer tiene muchas exigencias morales impuestas por nuestra cultura occidental, no son éstas ni de lejos lo regias y fundamentalistas que suelen ser en otras latitudes. Con esto también, dejo claro que si hay barreras que conquistar y espacios por los cuales luchar y que el tiempo ha demostrado son batallas que tarde o temprano ganarán las mujeres.
Razones fundamentales:
Pues bien, a pesar de haber establecido que esta no es la cultura más fuertemente dominada por la moral en la que pueda nacer una mujer, es claro que faltan algunos puntos por conquistar que son de suma importancia. En primer lugar, hay que dejar claro que aunque el movimiento feminista achaca esta (por así llamarla) injusticia al patriarcado y al hombre como cabeza de este, no es el varón el que ha determinado el comportamiento femenil en nuestra cultura, sino que paradójicamente es la mujer la que ha asumido el papel de gestora y guardiana de las reglas y normas que debe cumplir una fémina en la sociedad. Sobre esto, innumerables son las obras escritas por mujeres donde quedan asentadas las pruebas de esta realidad, y en donde además, se establecen los criterios que rigen nuestra sociedad en términos morales femeninos.
No he leído material escrito por hombres donde se instigue a castigar por ejemplo la infidelidad femenina, pero si hay muchas escritoras que se abalanzan con odio sobre las mujeres que hablan abiertamente del sexo y de sus interese en ese sentido, culpándolas de libertinas y de inmorales.
Habiendo establecido responsabilidades, paso a detallar porque a las mujeres se les exige tanto en nuestra sociedad, por qué, a una mujer que tenga muchos amantes se le tilda de zorra y se convierte esto en sinónimo de mala mujer, mientras que un hombre que haga lo mismo se le tilda de zorro, pero eso no lo hace menos cotizado; al contrario, parece avivar más en ellas el deseo de querer aparearse con ese macho. La respuesta a ese razonamiento está en la biología, la mujer está programada para buscar el mejor macho, las hembras femeninas no pueden evitar sentirse atraídas hacia un hombre que aparente dominancia, independientemente de si este sea bueno realmente como protector o proveedor de un hogar. Sin embargo, las luchas por apropiarse de un macho generan conflictos entre ellas mismas, es por esta razón que vemos hembras a diario peleando por maridos y no es tan común ver hombres peleando por mujeres.
Lo último señalado, nos lleva a otra gran verdad, la mujer busca aparearse con el que socialmente sea considerado mejor macho, esto se convierte psicológicamente en sinónimo de poder, por lo que la mujer siempre buscará cuidar su situación de “privilegio” frente a las demás sobre su posesión de un macho. Por el contrario, un hombre deja la decisión de elección en manos de la mujer (esto es verdad hasta en la naturaleza salvaje), y es siempre la mujer la que decide en nuestra sociedad con qué macho se queda, limitando el papel del hombre a aceptarlo. Un ejemplo de esto sería el siguiente: si un hombre corteja a una mujer y esta se decide por su vecino, el hombre aunque francamente aquél vecino no se le convierta en precisamente el mejor amigo; aun así, no se enfrascaría en una guerra con él ni le reclamaría por este hecho; generalmente, el hombre acepta la decisión de la mujer y se retira en la mayoría de los casos, dejando algún reclamo posterior a la mujer y no al vecino. Esto sucede porque tener una mujer en particular no es sinónimo de poder para un hombre, no obstante, la mujer ante una situación similar buscará proteger su privilegio ante la sociedad y emprenderá acciones contra la otra hembra, tachándola de inmoral, indecente y demás descalificativos; comenzando así, el repudio irracional que una mujer siente hacia otra a la que siempre verá como rival frente a un macho (y son muchos los casos documentados sobre mujeres que han aceptado el cortejo de un hombre, solo por no dejárselo quitar de otra que COMPETÍA por el mismo macho).
Este hecho, es tan grave que se sabe por estudios realizados, que después de cierta edad la mujer ya no ve ni a sus propias hijas como hijas, sino como rivales frente a un macho. Por esta razón, suceden peleas entre madres e hijas que tienen que abandonar el hogar, ya que la mujer prefiere sacar a la hija antes que abandonar a su macho sinónimo de poder. Y aunque esto a algunas les parezca inconcebible, es un hecho que tiene su base en estudios científicos avalados y en los que se ha estudiado este comportamiento y justificado como un hecho asociado a la biología femenina. Es decir, a sus instintos primitivos derivados de sus ancestros evolutivos; siendo casi un comportamiento primatico en esencia y no antropológico. O sea, mas relacionado con el instinto animal que al humano.
Por aquí ya vamos estableciendo la razón de paradigmas culturales, que aunque no veamos a simple vista, son verdades ineludibles que se van convirtiendo en la cultura socialmente aceptada ya sea consciente o subconscientemente. Lo mismo, pasa con la moral, es la mujer misma la que se ha puesto barreras y normas a cumplir a fin de garantizarse un juego en el que cada una, de manera tácita e implícita conozca las reglas. Y, cuando éstas son traspasadas las consecuencias inmediatas son atacar precisamente esa construcción social, ese tejido moral que se han impuesto con el fin de castigar el comportamiento abusivo de una congénere. Es decir, las reglas morales impuestas por las mujeres han sido creadas por ellas mismas para poder tener algo con que castigar a su mismo género por las transgresiones que consideren ofensivas entre ellas.
Es la misma mujer la que tilda de p*t* a otra cuando le pasa por el frente a su macho, mas no es el hombre el que llama zorra a una mujer porque le ofrezca sexo; al contrario, ese tipo de mujer es valorada y estimada por los hombres. No obstante, esa mujer no escapara de ser señalada por su misma especie con los peores calificativos, los cuales sufrirá sin ningún tipo de compasión por parte de las demás mujeres y al mismo tiempo sin experimentar ningún tipo de reproche por parte de ningun hombre. Entonces, visto así la mujer ha creado las normas morales para asegurarse así mismas reglas claras que deban cumplir para garantizarse el mínimo de respeto entre ellas.
Eso sucede, mientras que el hombre simplemente se dedica a lo que biológicamente le dicta su instinto: reproducirse y propagar sus genes, solo eso, la mujer hace lo que biológicamente su instinto le dicta, asegurarse del mejor macho para sus descendientes; cosa que ella ve en aquel macho más cotizado, deseado o admirado.
Los contrastes sociales:
Visto así, las sociedades Árabes, Indias y China quizás terminan siendo más civilizadas en este sentido, en estás, evitando esas luchas han asumido el rol de determinar qué está bien visto y que no, que pueden aceptar y que no pueden aceptar las mujeres dentro de sus sociedades. Analizado de esta forma, lo único que queda por decir es que la cultura occidental es una de las más atrasadas en materia de definir el papel moral de la mujer, guiándose aún o dejando esto a comportamientos absolutamente instintos y biológicos que obedecen a los más primitivos actos sociales, que a un convecionalismo resultados del estudio y analisis real. Es decir, mientras que en las culturas mencionadas a la mujer se le asigna un rol en base a lo aceptado por ambos géneros; (ya que en estas culturas el hombre puede casarse hasta con cuatro mujeres, en el caso indio por ejemplo, más también, tienen las mujeres el derecho a ser tratadas decorosamente, a ser respetadas y valoradas en cada uno de sus roles de: esposa, hija, madre y hasta matriarca, cosa que en nuestra cultura no existe), en la nuestra aun la mujer se rige por conductas producto de la biologia y de los instintos primitivos. Es decir, mientras en otras culturas, se trata de un compromiso adquirido por ambos géneros a través de los siglos y aceptados socialmente (en el que la mujer ha cedido ciertos derechos -a nuestro juicio- y ha ganado muchos otros de los que casi no se hablan pero que garantizan un trato justo e igualitario a la larga entre ambos sexos), en nuestra cultura, esto permanece como un tabú intocable, sin mayores progresos en los ultimos cien años o más.
Aunque se ha tendido a exagerar algunos puntos, nadie habla por ejemplo del respeto hacia la virginidad y del compromiso que significa para un hombre casarse con una mujer pura, no se trata solo de deleite, sino de un valor por el cual el hombre paga de una manera fuerte, no solo a la mujer y a su futura descendencia sino también a la familia de esta. Y ni hablar de las responsabilidades de un hombre para con una mujer que cumpla con sus deberes de esposa (hoy en día muy flexibilizados), en los que tiene que garantizarle todos los gustos, respetos y atribuciones de su dignidad como mujer; cosas estas, que en Latinoamérica por ejemplo, no nos harían sino solo reír ante el tamaño de semejantes compromisos sociales y morales que ningún hombre estaría en capacidad de cumplir y ninguna mujer dispuesta a reclamar. Pero, que allá son regla y costumbre de fiel cumplimiento. En aquellos paises, el hombre puede tener varias esposas, pero tiene la obligación de mantenerlas a todas y muy bien. Aquí en Latinoamérica el hombre tiene una esposa legalmente, pero queda con las puertas abiertas para tener cuantas amantes la providencia le permita, el resultado: hijos bastardos por doquier y mujeres desmoralizadas por la vergüenza y humillación de ser madres solteras (aunque traten de ocultar esto último tras muchas mascaras que no tienen ninguna validez real). Por cierto, el término "madres solteras" en aquellas culturas no existe. Y la lista es larga de costumbres-leyes que veríamos irrisorias aquí pero que allá son fundamentales y que ayudan a la larga a una mejor comprensión y trato del género femenino.
Finalizando, la idea no es rechazar nuestra cultura por completo y aceptar el modelo de otras culturas, más bien sería, desnudar nuestras costumbres y tomar conciencia de las mismas, a fin de que sea la mujer la que decida tomar consciencia sobre su rol y moderar sus propios comportamientos. Pero de eso, quizás haga falta hablar en otro blog o en un libro o una enciclopedia, porque se irían varios tomos tratando de descifrar el intrincado sistema de razones que motivan a la mujer a ser como es y a definir sus por qué.
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