¿Enamorarse?

EL PELIGROSO ARTE DE ENAMORARSE


Ummm, es trágico hablar del amor y del odio, son dos temas que parecen arruinar cualquier conversa, nadie quiere hablar de odio, pero tampoco nadie quiere hablar de amor, del acto de enamorarse más específicamente. Tal parece que a todos nos produce cierto recuerdo trágico; y este hecho es verdad independientemente de seas poco o muy agraciado, seas el más popular o el menos atrayente de tu grupo social. Todos en algún momento nos hemos enamorado, todos hemos sentido ese cosquilleo cuando vemos a alguien que nos atrae físicamente, todos hemos poco a poco sido seducidos por los encantos de un ser desconocido. 

Ahora bien, donde si nos diferenciamos algunos es en que un cierto número de individuos gusta de enamorarse y otros huyen a sentir las maripositas en el estómago. A unos y a otros entiendo por igual, independientemente de que me identifique más con un grupo especifico. A algunos les cuesta enamorarse, a otros solo les cuesta conocer a alguien que los salude en la calle. Enamorarse es por mucho uno de los acontecimientos más complejos y bellos que pueda vivir un ser humano. Nada más hermoso que sentirse feliz por un mensaje inesperado, de sonreír solo por el recuerdo de algo bonito, de suspirar pensando en una persona. Diooos, de verdad es muy bonito sentirse atraído por alguien, la música que escuches ese día que te dio el sí, quedara grabada en tu memoria y esto es indiferente de si te guste o no el tema (aunque es dichoso cuando el tema coincide con el romance), el aroma de aquel día no se olvida y difícilmente dejaras de recordarlo con el pasar de los años. En este punto tengo que decir lo siguiente: a lo mejor muchos que lean estas líneas no entenderán nada, otros por el contrario se sentirán muy pero muy identificados. Al primer grupo, les deseo suerte en la vida; y lo digo porque no me imagino otra motivación para vivir más poderosa que el sentir o haber sentido la maravilla del enamoramiento. Amar es placer de poetas, de filósofos y de gente que ama la vida. 


Sin embargo, no enamorarse tampoco está del todo mal. Es solo que el no haber sentido nunca la emoción fuerte de atracción inexplicable deja mucho que decir del individuo. ¿Problemas de inseguridad? ¿Problemas de megalomanía? ¿Sociopatía? Son solo algunos de los diagnósticos posibles a la poca predisposición para enamorarse que puede tener una persona. Problemas para socializar a menudo son el resultado de la imposibilidad de enamorarse. Y ojo con esto, el hecho de no enamorarse no implica que no sea capaz de amar, o quizás mantener una relación formal e inclusive ser feliz de muchas otras maneras. No obstante, no contar con la maravillosa figura del enamoramiento en la vida, claramente es una forma muy fuerte del universo para decirnos que: no debemos confiar en esa persona. Me gusta conocer gente a diario, mi trabajo como psicólogo me da esa posibilidad y una de mis primeras preguntas es: ¿Te has enamorado? Si la respuesta es si; de acuerdo, continuamos con una charla muy distinta a si me dice que no. La razón es muy sencilla, me desconcierta la idea de alguien que no se haya enamorado. Me asaltan las dudas ¿Nunca ha conocido a alguien que le mueva el piso? ¿Por qué? Quién es? Una especie de superhumano? ¿Otra especie inteligente en la tierra? ¿Se cree tan superior a los demás que nunca se ha sentido pequeño frente a alguien del sexo opuesto? ¿Qué puede motivar a tal individuo en la vida? ¿Qué lo hace pararse en las mañanas?


Es indudablemente motivante conocer a alguien, ir a un sitio y preguntarse ¿A quién iré a conocer allí? ¿Quién se quedará para siempre en mi recuerdo? ¿Qué momento mágico viviré pensando en esa persona? 


En esa misma línea de pensamiento, las personas que no se enamoran tienden a ser, o mostrarse más seguras de sí mismos. Pero con el paso del tiempo he descubierto que en la mayoría de los casos son solo proyecciones, por dentro son tan débiles y superficiales como cualquier mortal. Es más, algunos hasta sienten envidia de los que se enamoran, otros me han confesado que desean enamorarse locamente de alguien, otros hasta fingen estar enamorados para ver si así logran atraer eso que tanto desean; enamorarse. Por el otro lado, las personas que se enamoran también pasan por momentos oscuros, lamentan no poder limitarse al momento de sentir aquella emoción tan fuerte que los invade rápidamente por alguien, algunos quisieran no enamorarse tan fácilmente, sin embargo no piden no enamorarse. Esta es la parte curiosa, la mayoría de las personas que se enamoran, aun habiendo luego sufrido por amor, desean volver a enamorarse, aunque eso signifique el riesgo de volver a caer en el desamor. 


Aquí, es importante hacer una acotación, nadie sufre por amor, por lo menos no en este contexto; la gente sufre por desamor, sufres cuando te deja de querer el ser querido, sufres cuando descubres una infidelidad, sufres cuando te fallan, sufres cuando pierdes a esa persona. Pero, nadie sufre cuando van juntos al parque, cuando ven la naturaleza juntos, cuando se sale al centro comercial, cuando vez a esa persona, cuando tus ojos se iluminan y tu corazón literalmente salta en tu pecho solo y solo con ver a ese ser humano. NOOO, nadie sufre en ese instante, allí todo es mágico, todo es lindo, la piedra más estúpida se convierte en un nido de amor perfecto, la vergüenza más loca se convierte en un bonito recuerdo, las caídas son momentos chistosos de alegria genuina, en fin; si te muerde un perro, es la mordida más felizmente recordada, y no exagero, la liberación de endorfina es tan alta que es similar a drogarse. De verdad todo pasa a un segundo plano cuando te enamoras y estas con esa persona que enciende tus emociones, tanto que apagas sin darte cuenta casi todos tus sentidos. No obstante, son todos esos momentos de felicidad los que luego se vuelven contra ti, y se convierten en martillos que azotan lo intimo de tus recuerdos. De alli, la confusion y que muchos tiendan a decir que sufrieron por amor. Sufres por los recuerdos de una dicha pasada. Siendo esto a su vez, la razón por las que muchos se cierran a vivir momentos felices con alguien que les jura amor; no es otra cosa que la expresión maxima de MIEDO a atesorar recuerdos que luego se claven en tu alma como agujas finitas que atraviesan tu fragil corazon.


Decía que enamorarse es un acto complejo, miles de estudios que no los aburriré referenciándolos, le pueden afirmar científicamente que esto es cierto. Enamorarse hace que tu cerebro inicie con afán increíble una especie de película en tu cerebro que ya quisiera Hollywood tener, comienza un proceso de conversión en el que todo lo que piensas sobre esa persona, pasa por un poderoso filtro de embellecimiento, sus ojos son perfectos, su sonrisa la más bella, su voz la más hermosa, todo es hermoso en aquel ser y lo más increíble, es que este proceso no requiere tiempo de edición, no, este proceso es en vivo; es decir, en tiempo real tu cerebro va convirtiendo imágenes comunes y silvestres de un ser normal, común y sin corriente, en un ser apoteósicamente fantástico, que todo lo puede y todo lo hace, en él o ella todo es bello, su risa, su ira, su color de piel, su cabello mojado o seco es igual, su olor es inconfundible entre mil olores y te encantaaaa. No es de extrañar que el mero acto de ir a una cita con esta persona sea un proceso tan desgastante que te obligue a dormir temprano. Y es que eso, también es un hecho probado; duermes mejor cuando estas enamorado. Tendemos a creer que es porque estamos felices, pero la verdad es que la felicidad no agota al cerebro. La elaboración en tiempo real de una proyección fantasiosa sobre el ser querido sí que agota a nuestra maravillosa máquina de sentir, que no es otra que nuestro a veces poco valorado cerebro. 


Digo, poco valorado porque le atribuimos sentimientos al corazón, pero la verdad es que no; es nuestro cerebro el que ha hecho todo el trabajo. (Aqui abro un gran parentesis) A veces le damos más importancia al corazón por lo que sentimos. Pero, es otro órgano poco valorado (el estómago) el que realmente siente el amor, allí viven las maripositas que revolotean al ver a tu amado ser, allí sientes nauseas cuando te engañan y es el estómago el que paga todos tus malestares de un desamor. Sin embargo, los seres humanos, escritores, poetas y dramaturgos han romantizado el corazón más que cualquier otro órgano, ignorando al estómago como centro real de nuestras emociones y por supuesto, nuestro gran cerebro como centro neurálgico de absolutamente todo lo que sentimos. Aceptemoslo, hay una belleza magica en el corazón y en la forma que le hemos dado en nuestra imaginacion. Siendo esto, lo que nos impide imaginarnos un cerebro amando y mucho menos un estomago enamorandose. Claro, no importa que órgano sea el encargado de llevar la mejor o peor parte del enamoramiento; lo importante en todo caso, es sentir y sentir con intensidad. Pero, si no somos capaces de distinguir con que sentimos, cuanto mas dificil será distinguir por quien sentir algo. Piensen en eso, mientras prosigo...


“Me encanta enamorarme, tanto que disfruto conociendo a personas y a veces solo las interrogo para ver con cuanta facilidad me enamoraría de ellas, cabe señalar que no discrimino y no veo colores ni razas, solo que me agraden y sean lindos conmigo”; esto me decía un paciente hace un tiempo. Al principio su confesión me llenó de preguntas sobre el tipo de males que pudiera padecer esa increíble pobre criatura. Poco a poco fui entendiendo que aquella sensación (de enamoramiento) puede llevar a un desorden (desagradable pero no peor que no enamorarse) que se convierte en un vicio a veces insano que muda a las personas en seres enamoramiento-dependientes, personas que necesitan sentir aquellas cosquillitas una vez más; de tal modo que gastan parte de su tiempo buscando sentir aquella sensación que les satisfaga. La gran mayoría llega a ese punto sin darse cuenta; solo con el compartir, con el hablar con alguien, con el salir de paseo con alguien. Poco a poco van cayendo en el dulce carrusel de emociones que los llevarán de la felicidad a la fatalidad en minutos (o a la inversa), que los convertirán de un descuidado personaje en un pulido ser de letras frente a ese alguien. Es de acotar, que el enamoramiento es uno de los transformadores de personalidad más rápidos y eficientes que el ser humano posee de forma natural.


Y es que enamorarse da la fuerza necesaria al individuo para hacer muchas cosas que antes no tenía voluntad de hacer y de ser. Esa sensación de dominancia que se ejerce mutuamente o tristemente por un solo lado (a veces), es lo que convierte el enamoramiento en un vaivén de emociones (tan encantadoramente perturbadora) que no recuerdo otra razón que sea más fuerte para que el más dormilón del mundo no se levante a las 3 am con tal de verse con ese alguien amado, no hay algo más atrayente que esto para iniciar nuevas actividades y sentirse motivado a cambiar. 


Por supuesto, que aún no estoy hablando de sexo. Es que cuando se está enamorado, el componente sexual; aunque es el primordial frasquito de dopamina, no es el único factor que está apostando por vivir su momento de gloria. Hay personas que sienten que el acto sexual es la consumación del placer de enamorarse. Por supuesto, tienen la razón, ¿Que otra motivación tuviera nuestro cerebro? que el de la reproducción y supervivencia de la especie para hacer semejante teatro tan desgastante; tan solo con el fin de hacernos sentir predispuesto para el apareamiento ¿Por qué otra razón elaboraría cantidades exorbitantes de dopamina y serotonina? Sustancias que puede consumirse en segundos, con tan solo mirar al ser amado un instante. No obstante, aquellos que se han vuelto habituales consumidores del enamoramiento como vitaminas para su organismo, desarrollan una capacidad para no ceder al acto sexual tan rápidamente. Hablo de aquellos que gustan de enamorarse, aquellos que obtienen su satisfacción o recompensa solo con sentirse atraídos, amados, amar, con ver su vida más bonita en un instante. Son estos los que no requieren del sexo, aunque eventualmente lo tendrán y vaya que lo gozaran, pero disfrutaran de la sensación de sentirse amados, sentirse acompañados por esa persona y disfrutar cada instante con una pasión similar al éxtasis; siendo ese su principal factor de disfrute. 


Tristemente, a este estadío llegan muy pocos, ya que la gran mayoria se quedan en el acto sexual, sin saborear el placer que va mas alla de una simple sensacion fisica, masturbamos mucho más nuestro cuerpo que nuestro cerebro; la razon es que es mas facil sentir placer fisico que reunir las condiciones para un placer mental. 


En fin, enamorarse es sin duda un acto hermoso, del que todos alguna vez hemos disfrutado, y del que algunos tenemos buenas experiencias que nos hacen querer otra vez vivirlo, y algunos, otras experiencias que los hacen cerrarse; de tal modo que prefieran dar sexo, buscar sexo sin ningún tipo de deseo, ni de sentir amor. Por estos, es muy triste, (y quizás la próxima vez escriba sobre el complejo arte de no amar). Sin embargo, a mí me encanta estar enamorado, me encanta esa sensación de apego momentáneo y efímero que sientes frente a un ser que no entiendes por que amas, por que lo deseas, por que quieres pasar tanto tiempo con él y que sin embargo te sigue atrayendo. Recuerdo que una vez busque solo tocar a ese alguien aunque fuera por un segundo, lo necesitaba, era algo que mi alma pedía a gritos y fui muy pero muy feliz en el breve instante en que toqué sus dedos fugazmente, tarde una semana casi en volverla a ver y ese toque aun perduraba entre mis dedos, sus ojos, su mirada en ese instante, la forma en que sus ojos buscaron los míos, su piel, ame aquel momento efímero y fugaz y sin embargo eterno en mis emociones; aquellas que sepulto en un muy buen resguardado cofre de cosas que amo y que cuido con mucho tesón; ahí supe que estaba enamorado por xxxxxxxx vez y que era un adicto a simplemente enamorarme...  



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